viernes, 29 de julio de 2016

Celebraciones en red

La propuesta que realiza el proyecto meipi, para revalorizar y difundir las celebraciones propias de un lugar, me ha parecido más que interesante. Por ello decidí referirme a la festividad del Señor y la Virgen del Milagro, que se celebra cada Septiembre frente a una plaza colmada de gente que visita nuestra ciudad de Salta, perfumada por infinidad de azahares.

La festividad del Señor y la Virgen del Milagro,
es una advocación católica,que se celebra en la ciudad de Salta,
provincia del mismo nombre, del norte de la República Argentina


Aproximadamente diez años después de la fundación de la ciudad de Salta, el 19 de junio de 1592, se divisaron dos grandes cajones flotando sobre las aguas del Océano Pacífico, en las cercanías del puerto del Callao en Perú. Uno de los cajones traía grabado a fuego la frase «Una virgen del Rosario para el convento de predicadores de la ciudad de Córdoba», hoy Convento de Santo Domingo, y el otro «Un Cristo crucificado para la iglesia matriz de la ciudad de Salta». Se trataba de imágenes barrocas (de la Escuela Castellana) enviadas por el Obispo del Tucumán, Fray Francisco de Victoria, quien estuvo presente en la fundación de la ciudad; de las que jamás se supo en qué embarcación viajaron desde España, ni cuál fue el destino de la misma.

Éstas se transportaron hasta Lima (Perú), donde el virrey García Hurtado de Mendoza ordenó que se cumpliera el mandato del Obispo de Victoria, por lo que las imágenes fueron cargadas a lomo de mula y transportadas por el viejo Camino del Inca, dejando en Salta el Cristo correspondiente y continuando la peregrinación con destino a la ciudad de Córdoba.

En Salta, la imagen cuya autoría se atribuye a Juan Martínez Montañés, fue recibida con entusiasmo y después de un solemne oficio religioso, ubicada en el altar de las ánimas -sacristía de la Iglesia Matriz- donde fue olvidada por largo tiempo.

El 13 de septiembre de 1692, cien años después de la llegada de la imagen a Salta, un gran temblor sacudió la ciudad de Esteco y produjo grandes daños en la ciudad de Salta.

En la Iglesia Matriz de Salta se encontraba una imagen de la Inmaculada, que posteriormente se llamaría «Virgen del Milagro», propiedad de una familia local, en un nicho superior del altar. Cuenta la tradición, que los asustados salteños pensaron que su ciudad sería destruida y que al ingresar al templo, encontraron la imagen de la Virgen en el suelo a los pies del Cristo, como si lo mirara con un rostro pardo y macilento en actitud orante, sin que sufriera ningún daño, pese al gran tamaño de la misma y a la altura desde la cual había caído. Este hecho fue interpretado como una súplica e intercesión de la Virgen ante su Hijo, con el resultado de los escasos daños sufridos por la ciudad.

La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde fue exhibida toda la noche y rodeada de orantes. Al día siguiente, la imagen fue colocada en el exterior de la Iglesia Matriz, para que todos la pudieran venerar. Allí se observó que los colores de su rostro seguían cambiando.

Los temblores, aunque con menor intensidad, continuaron. El padre José Carrión de la Compañía de Jesús, sintió con toda claridad una voz, que le decía «mientras no sacasen al Cristo en procesión, no cesarán los terremotos». El sacerdote comunicó urgentemente el mensaje recibido y los padres jesuitas entraron al templo y bajaron la imagen enviada por el Obispo de Victoria, con mucha dificultad y la acomodaron en andas para sacarla al atrio de la derruida iglesia, liberando al Cristo de su encierro durante un siglo entero. La colocaron frente a la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad y el pueblo acudió al templo con antorchas encendidas. Las campanas llamaron a penitencia y la imagen fue llevada en procesión por los fieles salteños, con el ruego de que cesaran los temblores.

Al amanecer del día 15 la tierra dejó de temblar, aunque volvió a estremecerse a la noche, en medio de procesiones y rogativas. Al cesar los estremecimientos, el día 16 renació la calma y con ella se comenzó a hablar del «Milagro». Días más tarde se tuvo noticias de la destrucción de Esteco, lo cual aumentó la magnitud del «Milagro» obrado por la Virgen y el Señor de la iglesia de Salta. Una nueva historia empezaba para estas imágenes y para los salteños, que conservan hasta hoy su culto y su devoción.


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